El enfoque es la segunda prioridad: Ser productivo

Aquiles y Cristina Julián
Por Aquiles Julián

Si la salud, tanto física como espiritual, mental como emocional, es nuestra primera prioridad, la segunda prioridad siempre será el ser capaz de ser autosuficientes, de producir nuestros medios de vida. La prioridad económica o financiera, como usted prefiera llamarla.
En tanto personas vivas generamos un consumo y ese consumo hay que solventarlo, tiene que salir de algún lado.
Cuando somos niños o menores de edad suelen ser los padres los que cargan con el peso económico de nuestros gastos, de nuestro consumo.
La adultez nos lanza a tener que producir nuestros medios de vida. Y luego, cuando nos casamos, nos hacemos cargo de los gastos de nuestros hijos y de nuestro hogar.
Muchas personas rehúyen asumir la responsabilidad financiera de sus vidas. La mayoría delega esa responsabilidad en otros: sus empleadores. Entran en el mecanismo social de los empleos, se vuelven una tuerca o un tornillo sustituible de una maquinaria ajena en la que invierten años de vida y que puede, inesperadamente, lanzarnos al deshaucio, dejarnos sin empleo.
De alguna manera sustituyen a los padres proveedores por los jefes proveedores, rehusando asumir la responsabilidad sobre su vida financiera. Se adaptan y amoldan a un salario siempre insuficiente, a tareas impuestas, no elegidas; a horarios extenuantes que no toman en cuenta que el tiempo de trabajo debe incluir el que no figura como tal: el tiempo que va en prepararse para ir al empleo y transportarse al empleo; y el que va desde la salida formal del empleo hasta la llegada al hogar, pues esos tiempos son parte del tiempo total que una persona dedica a su empleo.
Ahora bien, el ser productivos no se limita a simplemente obtener los recursos para pagarnos una vivienda, comer, pagar las facturas y de vez en cuando darnos un gusto. El reto es mucho mayor de ahí.
Tenemos la responsabilidad con nosotros mismos y con nuestras familias de construir activos.
La dinámica social busca distraernos, embobarnos, mantenernos engañados y lelos, con la mente llena de todo tipo de temas extemporáneos y ajenos, mientras nos hace consumir hasta el último centavo de nuestros magros salarios y a la vez nos endeudan con sus tarjetas de crédito.
Somos pastos de la voracidad de tantos tiburones financieros que lucran de nosotros.
Y, peor aún, somos víctimas de nuestro propio embobamiento en no prever el futuro.
Vivimos la creencia en una juventud eterna, pasando por alto que cada año estamos un año más viejo y vamos hacia la vejez.
Creemos que la juventud es eterna.
Que siempre tendremos el mismo nivel de energía y salud.
Y el medio social nos aturde con el alcohol, las drogas, las fantasías del cine y la TV, las canciones lacrimógenas, los dramones sentimentaloides, el circo político, los torneos y campeonatos, las noticias y la chercha, para que nos entretengamos y no hagamos nada.
Vemos cómo las personas viven irresponsablemente, sin idea alguna del mañana, consumiendo hoy todo como si nunca hubiese que asumir las deudas y, en suma, cortejando el desastre.
Y ni siquiera los fracasos ajenos nos alertan y despiertan.
Cubrir más o menos las condiciones de vida no basta.
¿Estamos construyendo un activo, algo que produzca dinero sin depender de nosotros, para garantizar nuestra estabilidad financiera en el futuro al igual que la de nuestra familia?
Lo que vemos, lastimosamente, es cómo muchas personas y familias se dejan seducir por los reclamos publicitarios y la presión social para llevar un tren de gastos y un nivel de despilfarro que los endeuda y hunde cada vez más.
Nos “convencen” a través de los medios de comunicación y de sus presentadores, todos a sueldo de los dueños de esos medios que son los grandes capitalistas, de que “tenemos que darnos vida”.
Y ellos se enriquecen mientras tanto.
¿Cuál es el plan que tienen las personas para los próximos cinco años de su vida? Increíblemente ¡Ninguno!
Se conforman con una vida plaga de rutina y de desperdicio del tiempo, que es el mayor tesoro que cada quien tiene.
No queremos reaccionar, aprender y cambiar el rumbo.
Tenemos que apartarnos de ese desenfoque y esa vida desquiciada y sin propósito ni lógica y elegir tener éxito.
Y tener éxito, a nivel financiero, consiste en enfocarse y lograr construir activos.
No es ganar más dinero. Es construir un activo.
¿Y qué es un activo? Eso lo veremos en el siguiente post

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