El Maestro en República Dominicana


Según Wikipedia, Profesor, docente o enseñante es quien se dedica profesionalmente a la enseñanza, con carácter general, especializado en una determinada área de conocimiento, asignatura, disciplina académica, ciencia o arte. 
Además de la transmisión de valores, técnicas y conocimientos generales o específicos de la materia que enseña, parte de la función pedagógica del profesor consiste en facilitar el aprendizaje para que el alumno (estudiante o discente) lo alcance de la mejor manera posible.

En la República Dominicana, es un guerrero de la realidad dominicana, llamado maestro, que vive de frente al sol y a la sociedad. Es el vehículo de cultura, ya que esta es la misión de la Educación, la transferencia de cultura a las nuevas generaciones. Sin embargo, nadie lo toma como referente social.

En ocasión, algún niño en su sentir platónico quiere ser como su maestro/a, pero es solo en sus primeros años, luego va avanzando y quiere ser un pelotero, doctor, diputado, abogado, funcionario del Estado o hasta Presidente. Ven a estos luchadores de vida como si fuera la vía fácil de ser “alguien” o de no ser el pendejo.
Pero la figura del maestro/a no es un referente como modo de vida, todo lo contrario, todos buscan evitar ser como ellos.

Pero, ¿a qué se debe esta realidad?
El maestro por más que trata no hay forma de lucir descansado, bajo ninguna circunstancia, ya que sus días inician bien temprano, normalmente no tienen espacio ni siquiera para comer, deben hacerlo casi siempre corriendo, y en algunos casos hasta en el aula delante de los niños.
Normalmente ha de andar con un uniforme de una institución privada, lo que evita que luzcan su closet, sus pintas.
No tienen espacio de ir a un gimnasio, ya que entrando a un colegio o escuela a las 7:30AM, preparando que comer antes de salir de sus casas, o sea, que habría que levantarse al menos a las 5:45AM dependiendo de la distancia a recorrer.
Saliendo a las 5:45 a 6:00PM en la mayoría de los casos, cuando solo tienen dos tandas; en algunas ocasiones, hasta las 9:30PM, de manera corrida, no hay ánimos para ir a un gimnasio, caminar, ya que, luego de abandonar las aulas, cumplir el horario, hay que planificar, llenar registros, preparar los temas y materiales didácticos para el día siguiente.
Estas “tareitas”, conllevan un sueldo mas o menos entre $17,500 a $23 mil pesos, para aquellos que tienen 2 tandas, y entre $35 a $50 mil pesos, dependiendo el colegio, los que tienen las 3 tandas, 2 en el sector publico y 1 en el privado, con unos costos diarios, pago de alquiler, canasta familiar rondando los 30 mil, los obliga a estar endeudados siempre.
Esta realidad arrastra consigo una actitud negativa de estar trabajando para estar cansados. Trabajar para nada, ya que cada día los muchachos están peores, según los resultados de las pruebas internacionales y el mismo comportamiento de los muchachos.
Todo esto lleva a los maestros/as a interpretar que sus esfuerzos están completamente en el aire, ya que la sociedad no les reconoce su labor, los muchachos no aprovechan el tiempo que ellos le dedican y el Estado no le remunera “merecidamente” su labor, entonces asumen la posición de “cumplir”, dejando a un lado lo que un día se llamó "vocación de servicio", no dándole importancia a los resultados, no se involucran en el desarrollo de la nación, total, por mayor que sea el esfuerzo no hay manera de saldar las deudas, además de que con vocación o satisfacción no se va al colmado.
Que sea el Estado, los legisladores y los funcionarios, que tienen sus problemas resueltos, que asuman su responsabilidad de que el país avance, esa es la actitud que se ha arraigado en las entrañas de los docentes, no sabiendo que esos funcionarios que han enriquecido sus bolsillos y familias, son producto de esas manos que no sembraron los valores necesarios para que en vez de un legislador buscar su provecho en las arcas del Estado, piense en beneficiar a las mayorías o a los mas desposeidos. Que hemos sido nosotros, con nuestra actitud indiferente, que le enseñamos a esos pobres ricos a ser indiferentes ante el dolor ajeno.

¿Cómo lo hicimos? Cuando el niño necesitó de nuestros consejos o que le orientáramos sobre equis(x) o tal problema le dimos la espalda; ya que teníamos que dar una clase, esa actitud el niño la reproduce y cuando los demás necesiten de él, hará lo que aprendió con sus maestros/as, hacerse indiferente.
Decía Einstein, que la única manera de influenciar sobre los demás, es con el ejemplo, y los maestros/as hemos sido arropados por un estilo de vida rápido, donde no tenemos espacio para nada ni nadie, por lo tanto, eso es lo que estamos enseñando.
En una clase, el niño se levanta para acercarse a su maestro/a pero este/a no le puede atender porque se acabó su hora, pero cuando regresa al día siguiente no retoma el tema con el niño, por lo que este entiende que no tiene importancia para su maestro/a.
Así es que vamos secando los sentimientos de esos infantes que luego se hacen indiferentes a las necesidades de la sociedad.
Es así que hoy en día a los jóvenes no les interesa lo que sucede a su alrededor, sino lo de ellos. “Estoy pueto’ pa’ lo mio”, frase muy cotidiana y natural en los adolescentes e incluso los más pequeños.
Maestros/as estamos llamados a humanizar nuestra profesión, somos modelos, aunque no querrámos asumirlo, siempre lo seremos, lo que nos lleva a recordar que el maestro/a en todos los espacios, escenarios, es maestro/a, sin importar el día, lugar u hora.

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